viernes, septiembre 01, 2006

Libro.

Un buen y bonito amigo me ha recomendado que haga un libro de historias, quizá lo haya dicho de coña, pero me ha inspirado. XD

De momento pongo 4 mini-historias que he puesto en mi flog (sí, para el que no lo sepa, también tengo fotolog XD). Ahí van:

"Nogard"
Érase un par de veces, un niño con poderes mágicos, dicho niño tenía la capacidad de invertir todo lo que veía a su voluntad, si veía un hombre comiéndose una hamburguesa, hacía que la hamburguesa se comiese al hombre.

Pasaron los años, en este tiempo, se dedicó a hacer cosas malas, la gente lo tachó de supervillano; él respondía: "Yo sólo puedo hacer cosas malas con este poder, cada vez que intento hacer algo bueno me sale mal". Efectivamente no era su culpa, hacía cosas malas, sí, pero era porque intentaba hacer cosas buenas, se invertían sus buenas intenciones sin que él mismo lo supiese, y al ser una persona de corazón puro, no podía pensar en hacer algo malo para que saliese algo bueno.

Pasó los muchos más años, desesperado por solo poder causar dolor y sufrimiento a la gente, intentó tirarse de un acantilado, aunque lo único que consiguió fue salvar a unos pescadores de una muerte segura, el detalle de que si intentaba suicidarse hacía cosas buenas no se le pasó por la cabeza, y solo pensó en que él no podía morir aunque quisiera. De modo que el niño se encerró en sí mismo durante años...

Pasó todavía más tiempo, y sus poderes aumentaron, miraba cosas inanimadas y estas se movían. Un día miró un antiguo muñeco de un dragón de tres cabezas en su escritorio, y éste cobró vida, y al ser pequeño el muñeco, el dragón se volvió grande y comenzó a matar a todo el mundo. El chico intentó sin éxito detener su propia creación, pero fue en vano, el dragón acabó con la existencia de la vida humana y de toda la vida del planeta.

Tiempo después, solo quedaban en el mundo el niño y el dragón, el niño, ya convertido en adulto, empezó a pensar en que tenía suerte de seguir vivo, en ese momento murió. El dragón se quedó vagando por un mundo asolado por él mismo hasta el fin de los días...


"La fuente rota":
Tiré una fuente a la moneda, la moneda se rompió y no pude hacer
nada, yo quería romper la fuente, pero siguió entera. "Tarta de
imaginación" estaba escrito en el borde de la fuente, me imaginé una
tarta de chocolate, pero no pasó nada, imaginé una de fresas y nata,
pero tampoco pasó nada. Imaginé todos los tipos de tarta que había en
mi guía gastronómica, pero no pasó nada. Llegué a la conclusión de que
tendría que hacer una tarta real hecha con imaginación. Al final lo
hice, me tomó dos horas, pero lo hice, no fue tan complicado en
realidad, sólo tuve que poner mi imaginación en el horno y ya está.
Cuando hube puesto la tarta en la mesa, cogí la fuente y se la tiré...
fue todo un éxito, la fuente se rompió. Desde entonces siempre que veo
una fuente me imagino una tarta de imaginación.


"El ratón relojero":
Hubo un tiempo, hace mucho tiempo, en el que los ratones
gobernaban sobre la faz de la tierra, era un mundo, parecido al nuestro
actual, pero con ratones en vez de personas y quesos en lugar de casas.
Lamentamente para los ratones, y desgraciadamente para los humanos, la
era ratónica acabó. Pasaron los años y empezó la era humánica, nuestra
era actual... Pudiésese pensar que todos los ratones acabaron en las
alcantarillas, en las jaulas o en los laboratorios, pero no, hubo uno
que quedó con su antiguo oficio, relojero.


"Hoja".
Había (y de hecho aún hay) un árbol, un bonito árbol típico, de
hoja caduca para ser más exactos, en dicho árbol las hojas crecían
bonitas y caían bonitas. Hubo una hoja, nació en la primavera, con un
color verde fresco, durante la primavera vivió muy feliz, durante el
verano, en el cual se volvió de un verde más oscuro, siguió feliz, pero
llegó el otoño, algunas de sus compañeras se tornaron rojas y
amarillas, ella fue la última en cambiar de color, se volvió de un rojo
amarronado especial, el color más bonito que una hoja puede tener, el
otoño avanzó, y vio con tristeza como caían sus amigas, una tras otra,
como soldaditos de juguete en un día ventoso; ella se decía a sí misma
que no caería, pero era inevitable, fue la última en caer, pero cayó.
Desde el suelo, siguió viva, y poco a poco tornose marrón, la hoja
miraba con melancolía el lugar donde nació y al que no podía volver,
pasó el invierno sepultada por la nieve. Finalmente llegó de nuevo la
primavera, y pudo volver a ver su árbol, buscó por todas partes donde
se emplazó tiempo atrás, derramando la última lágrima de savia
que le quedaba al ver que su lugar había sido ocupado por otra hoja,
recién nacida... en ese momento lo comprendió todo y dejó de aferrarse
inútilmente a la vida.


Y para terminar, otra historia, el inicio era para que un amigo empezase una historia, pero ya que estoy, la acabo.

"Verdadera luz"
Érase que se era, que una vez, una mujer que jugaba al fútbol, se encontró unas gafas de sol, y empezó a jugar al fútbol con ellas, misteriosamente las gafas ganaron por 4-0, la mujer deprimida, empezó a mirar al sol, miró, miró y siguió mirando, hasta que el sol se apagó.

El mundo se sumió en la más completa oscuridad, no había farolas, no había lámparas, no había nada, la mujer, sólo veía las gafas de sol, estaban ahí, delante de ella, se las quería poner, pero le daba miedo hacerlo. Se pasó horas y horas mirando las gafas, luego de un rato, las gafas le devolvieron la mirada, la mujer no se asustó, se alegró de que alguien la mirase. Se pasaron días y días hablando, las gafas empezaron a ponerse flacas de no comer, y el pelo de la chica, aunque no se pudiese ver, se volvió amarillo solar. Después de un mes, se comenzó a vislumbrar una tenue luz, proviniente del pelo de la mujer, pasó otro mes, y ya iluminaba las calles con su pelo que, además, cambió de forma hasta convertirse en una estrella de siete puntas; las personas que la veían pasar se quedaban maravilladas ante tal belleza folicular, y la gente según la veía, la iba alabando. Llena de confianza por el repentino aluvión de reverencias y cumplidos, dejó de temer ponerse las gafas de sol. Así que, llena de confianza y autoestima, se puso las gafas, una vez que lo hizo, todo acabó, las gafas se rompieron, su pelo se desiluminó y se tornó gris ceniza, el mundo volvió a supultarse bajo la oscuridad, y las gentes se transformaron en tierra muerta, la chica se quedó sola, sin nadie con quien hablar, sin nadie a quien escuchar y, lentamente bajó su cabeza y ésta implosionó.

Tiempo después todo se recuperó, la energía salida de la implosión devolvió la vida al mundo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido amigo bichu, vuelvo a las andadas y me pongo a leer tu blog, aunque esto me cause una especie de depresiòn exògena.imagino que soy tan, tan humano, que me va lo que me hace daño, como el tabaco, o como otra cosa a la que ahora no puedo referirme. Seguire leyendote capuyo, he de reconocer que lo haces muy bien pero ello no te salvarà de una dura crìtica, cuando se de la ocasiòn