sábado, abril 25, 2009

Sinónimo de "increíble".

Señora Amarillo Pequeño: Si le cuento esto a alguien no se lo cree.
Bichu: Di que ibas conmigo.

martes, abril 21, 2009

Tengo pez.

Mi pez es el salmón.

martes, abril 14, 2009

¡Magia!

Habían estado jugando largo tiempo, en el bosque, con una pelota atada a una cuerda, y ésta, a su vez, a la rama de un árbol. El juego era simple, golpear la pelota. El solo y simple hecho de golpear la pelota y ver cuan lejos o alto llegaba era una satisfacción propia de un niño, algo que, en parte al menos, él era.

Ya era la hora de irse, y la pelota seguía atada a la cuerda. Al escuchar de lejos el rumor de sus amigos de que ya había que ir levantando el campamento, el joven golpeó la pelota e instantáneamente ésta se desató. La niña que había estado a su lado viendo como golpeaba la pelota innumerables veces con toda su fuerza se quedó asombrada... "¿Cómo has hecho eso?", preguntó la niña. Simplemente él contestó: "¡Magia!". La niña insistió un rato, insatisfecha con la respuesta que había obtenido, pero el joven mantenía siempre la misma contestación, hasta que al final dejaron el tema.

El muchacho sabía perfectamente que el haber sacado la pelota del nudo, en el preciso instante en el que sus amigos dijeron que había que irse, fue pura suerte, un golpe certero, fortuito, en el sitio exacto donde había que darle a la pelota para que se deshiciera del nudo. La palabra no era "magia", era "suerte".

No obstante, al joven muchacho le parecía mucho más acertada la palabra que él había elegido, no porque quisiera parecer más misterioso a los ojos de la niña, o porque quisiera hacer gala de una falsa modestia, no. Solamente había elegido esa respuesta porque era la más apropiada para él mismo, para el mundo que le rodeaba. El mundo es un sitio mucho más interesante y divertido con "magia", no tienen por qué ser trucos de cartas, levitaciones o atravesar a una mujer con espadas dentro de una caja; lo único que se necesita para ver la magia son unos ojos que crean en ella.

Aunque el joven no crea en la magia, sí que le gustaría creer, y mientras intenta creerlo el mundo se convierte en algo más interesante.

miércoles, abril 08, 2009

Pequeña rectificación.

Vaaaaaaaaaaaaale, las silla del post anterior no era del Starbucks... ¡pero estaban delante de él apiladas! Y no había nada que denotase que fueran sillas para ver las procesiones de Semana Santa.

Jo... si entre esto de robar sillas y gritar "Cristo era gay" en los ensayos de las procesiones va a parecer que no me gusta la Semana Santa, ¡si me encantaría verla en la tele con el Street Fighter IV puesto!

lunes, abril 06, 2009

Señor Amarillo: Tazas; Señor Lila: Cuadros; Bichu: Sillas.

Pues iba yo viniéndome de salir por ahí el jueves, y pasé por delante de un Starbucks, sería la una y media o así. Había un montón de sillas apiladas del Starbucks (bueno, yocreo que eran del Starbucks).

Y bueno. Las miré. Me miraron.

Vi que no estabas atadas ni con cadenas ni na, y pensé "¡Joder! ¡Qué fácil sería robarlas!", "Pero deben de pesar". Levanté una con una mano. "Vale, no pesan". Iba a seguir mi camina pero... "Jo, cómo molaría robar una silla". Así que cogí una y me fui hacia mi casa con la silla cargada en el hombro, evitando pasar por zonas donde pudiese haber policía (aunque yo ya iba pensando excusas por si me preguntaban).

Realmente, creo que si me hubiese encontrado una silla descolocada o tirada por ahí la hubiese puesto en su sitio, pero como estaban colocadas todas pues... algo había que hacer con ellas, y si estaban bien puestas era o descolocarlas o robarlas y... bueno, en el piso estamos faltos de sillas.

Y esa es la historia de como Bichu robó una silla.

domingo, abril 05, 2009

Efecto Twister.

Si hay un tornado, hay una vaca.

sábado, abril 04, 2009

"En busca del caramelo perdido III" Capítulo 5: Final; Capítulo 5: Evolución

Nuestros "héroes" consiguieron llegar otro mundo, parecía que había pasado una eternidad desde la última aventura que habían tenido, y realmente era así, pues hace tiempo que no tenía yo muchas ganas de narrar.

- Bien, a ver, en qué mundo estamos ahora. - preguntó Bull.
- Bueno, investiguemos un poco. - sugirió Danny.
- Ehm, no, eso no será necesario. - dije yo.
- ¿Por qué? - preguntó de nuevo Bull.
- Mmm... ¿cómo os lo diría? La historia se ha cancelado. - contesté pausadamente.
- ¡¿Qué?! - exclamaron sorprendidos casi todos.
- ¡Oh! Bueno, se veía venir, la calidad de la historia ha ido descendiendo. - dijo pensante Taoyi.
- Exacto, y a un servidor cada vez le cuesta más narrar. - continué diciendo yo.
- Mmm, no. - dijo pensativo Taoyi.
- ¿Que "no" qué? - pregunté.
- Pues que no, no quiero que se cancele.
- ¡¿Como que no?! ¡¿Tú eres tonto?! - grité yo.
- Pues como que no, no me sale de los huevos.
- Eso no lo decides tú (y los gorogoros no tienen huevos imbécil). - contesté y especifiqué.
- Ahora resulta que sí que lo decido, y ahora resulta que sí que tengo huevos. - dijo Taoyi cortantemente.
- Pero qué dices flipao. - dije entre la indignación y la risa.
- Lo que escuchas, tú ya no eres quién decide las cosas, ahora soy yo y...
- Eh, eh, eh, ¿cómo que tú Taoyi? - preguntó Bull un pelín jodido por el comentario.
- Bueno, vale, yo. - contestó Taoyi.
- ¡Bien! ... ¡eh! ¡No! - dijo cabreado Bull.
- Que sí Bull, que sí, nosotr... yo.
- ¡¡¡¡¡Chssssssssst!!!!! - grité yo después de eso una repentina y mágica mudez se apoderó de todos los del grupo.
- Da igual, tengo telepatía. - me dijo Taoyi telepáticamente.
- No, no tienes. - le respondí.
- ¿Y yo? Pa. - preguntó Ernespa.
- No, tú tampoco. - respondí.

Después de una acalorada discusión conmigo, nuestros "héroes" se dispusieron a morir para dar por finalizada la historia que tanto tiempo había durado...

- No. - dijo Taoyi.
- ¡Jooooooooooooder! ¿Cómo que "no"? Tío, soy el narrador, soy el puto narrador de la historia, hasta puedo poner NARRADOR todo con mayúsculas aún siendo ortográficamente incorrecto, ¡no me toques los cojonesm maldito gorogoro! - dije un poco muy exaltado.-
- Eso se acabó. - contestó Taoyi.
- ¡¿Qué?!
- Como lo oyes, ¿no te has preguntado en que mundo estamos ahora? - preguntó retóricamente Taoyi.
- Pues no, casualmente no, estaba un poco ocupado con eso de haceros desaparecer y tal. - respondí aun siendo una pregunta retórica (porque soy el NARRADOR y puedo hacerlo).
- Pues... casualmente... este es mi mundo, aquí soy yo el narrador. - respondí yo, Taoyi.
- Amos no me jodas... - dije un tanto incrédulo. - Tú no puedes tener un mundo, tú eres un personaje de mi historia.
- Digamos que he subido de nivel, ahora soy un héroe mejor (aunque no mejor como el Héroe de la Palanca). - expliqué.
- No, a ver, Taoyi, las cosas no funcionan así, tú eres un personaje de mi historia.
- Sí, pero te recuerdo que en cierto momento tú nos diste libre albedrío (diciendo que no necesitábamos I.A.), además, nos tienes malacostumbrados a hablar contigo, lo personajes no suelen hacer eso, hemos evolucionado, al menos yo (y no Bull). - expliqué sensatamente.
- Muy bien, y cuál es tu plan ahora Taoyi, ¿luchar en la encarnizada batalla de los 1000 días a ver quién de los dos es el narrador más poderoso? - pregunté resignado a Taoyi.
- Pues hombre, no estaría mal, pero paso, aunque en verdad las batallas de los 1000 días suelen durar sólo unos minutos. - le contesté al narrador del origen de mi historia.
- Mmm... "origen de mi historia", dado que soy el narrador, si borro tu origen, no deberías ser tan poderoso ahora ¿no? - pregunté con malignidad.
- Técnicamente sí, pero dónde estaría la gracia de todo esto. - pregunté.

Mientras toda esta conversación ocurría los demás héroes habían enfrentado a un montón de peligros, demostrado científicamente que Pako no existe, cortado la nada, vieron crecer la hierba, y montón de cosas más.

Además habían salvado el mundo tres veces y media y encontrado un montón de portales a otros mundos (incluído uno que los llevaba a un parque de atracciones). Y aparte había muerto y resucitado Django seis veces. Y Danny había muerto del todo.


- ¡Oye! ¿Por qué yo? - preguntó cabreado Danny.
- Mmm, no sé, ¿qué te parece porque te aplastó una piedra? - pregunté.
- Ohm, bueno, me parece bien, como muerte no es muy original, pero es rápida y eficaz. - respondió Danny a Taoyi.

Y entonces Danny murió porque le aplastó una roca venida del cielo.

- ¿Lo vas a resucitar? - pregunté.
- No. Nunca me cayó demasiado bien, además, es un personaje para matar. - respondí.
- Cocococ coco, cococ co. - dijo el gallino.
- ¿Y Django? - pregunté.
- Es un personaje para resucitar. - respondimos los dos al unísono.
- Sí, lo se. - dije y me reí. - En fin, Taoyi, esto está durante discusión está durante mucho, ¿tienes alguna solución? - le pregunté seriamente.
- Sí, la solución es simple, no acabes la historia hasta dentro de mínimo tres capítulos más y dejamos este mundo y vamos a uno donde yo no sea el narrador. - expuse mis condiciones.
- Puff, estoy siendo chatajeado por uno de mis personajes. - dije deprimidillo. - Está bien, trato hecho, hasta dentro de tres capítulos la historia no se acabará.
- Conforme entonces. - dije y asentí.
- ¿Sabes Taoyi? Te vuelves muy hablador cuando eres el narrador. - indiqué.
- Será por la influencia del capítulo anterior. - sugerí.
- Sí, quizás...

Y entonces vuestros héroes, yo incluído, entramos por uno de los portales que habían encontrado a otros mundos, sin saber qué les depararía la próxima aventura.

Ehm... sí, eso que ha dicho Taoyi.