sábado, octubre 31, 2009

Un caso de los años 40.

Corría el año 2010, y mi vida resultaba tan aburrida como de costumbre, solo un par de casos de media-alta dificultad llegaban a mi despacho al año, y resultaban tan fáciles como los casos fáciles, así que mi energía se desaprovecha en otras cosas, como el Buscaminas.

Me llamo Blelo (mejor no os digo de donde viene) Sierra Serrato, y sí, soy investigador privado, siempre me gustó más esa nomenclatura que "detective". Y aunque no estoy chapado a la antigua, me gusta llevar gabardina y sombrero, incluso en verano, pero... es que mola tanto ir vestido así.

Eran las 16:52 de un aburrido miércoles, y me había quedado otra vez en 84 segundos en el nivel Experto, demasiado lejos de los virtuosos de Internet. Cuando estaba a punto de volver a darle a la sonriente cara amarilla con gafas de sol sonó el clásico "toc, toc" ("knoc, knoc" en la versión inglesa) en mi puerta. Entró una muchacha bien parecida, y digo "bien parecida" porque me recordaba a una muchacha de los años 40, cara lisa y nacarada, collar largo de perlas, sombrero de muchacha de los años 40, pelo de los años 40... en fin, muy de los años 40.

La muchacha en cuestión decía llamarse Adelaida ("Joder", pensé) y decía que tenía un trabajo para mí, algo que, por cierto, sospeché en cuanto vi su sombrero. Comenzó su exposición del caso con un "Han asesinado a mi marido" tan típico. En ese momento pensé que debía de tener la muchacha unos 20 años, ¡y ya estaba casada!

- ¡Dios! ¡Qué de los años 40!
- ¿Qué?
- Nada, estaba pensando en voz alta señorita, continúe, por favor.

Me explicó que su marido era un famoso abogado de la sede de Paulaner en Valencia (así que no sé por qué estaba en esta ciudad), y que la policía había abandonado el caso al darlo por imposible, cosa que podría haber deducido yo mismo, pero me guardé el comentario. Al parecer murió en "extrañas circunstancias", la frase sonaba genial, pero cuando me contó que le habían pegado un tiro entre ceja y ceja la única extraña circunstancia que encontré es que la mujer llama a eso "extraña circunstancia", cosa que me dio igual, al fin y al cabo, soy investigador privado, no crítico literario.

Por supuesto, el hombre era rico, y, más por supuesto todavía, le había dejado una herencia impresionante a su mujer. Inesperado ¿verdad? Aunque no sé por qué, eso yo lo veía más de los años 50.

En fin, me dio más pormenores del caso, pero cosas como sus enemigos y otros interesados en su muerte no es algo demasiado interesante para el caso ¿no? En realidad sí, pero me dio una lista muy larga, y tomar apuntes no es mi fuerte, así que me quedé los nombres de dos personas: Ángeles María de la Orta, y Pedro Ruiz Cid; y con el nombre de un perro: Bruno Veleido Espinosa (esto ahora lo cuento con facilidad, pero tardé en descubrir que era un perro, tenía dos apellidos, eso confunde).

Despedí a Adelaida y, tras quedarme en 87 segundos, fui a la comisaría de policía a enterarme del caso de una forma más objetiva (mejor dicho, "de una forma menos subjetiva"). Nunca me ha gustado la policía de esta ciudad, demasiados crímenes que resolver, y demasiados crímenes resuelven, pero he de admitir que tienen una buena máquina de café. Una vez allí, me enteré de que el asesinato no había sido resuelto porque no había huellas de pisadas, ni dactilares, ni de haber forzado la cerradura, de hecho, por no haber, ni siquiera había bala. Aunque todo eso podría ser una pista en sí misma... no, eso era una chorrada, era más fácil con huellas.

Tras ver los archivos policiales investigué los tres nombres que tenía. De la Orta al parecer era una antigua ex-amante (por "antigua", léase "vieja"), y Ruiz Cid era un compañero en la compañía que competía con la víctima por un ascenso. Los motivos eran demasiados típicos, así que los descarté como sospechosos gracias a mi intuición (y a las coartadas que leí que tenían en los informes de la policía). Así que me centré en mi tercer nombre: Bruno Veleido Espinosa, al principio pensé que sería el hermano del asesinado, más que nada porque tenían los mismos apellidos, pero leí que éste era hijo único, así que tuve que ir preguntar a la señorita Adelaida.

Efectivamente, me dijo que era un perro, de hecho, cuando me reuní con ella en su apartamento, silbó y vino Bruno. Era una amalgama de husky, pastor alemán, san bernardo, mastín y podenco (aunque viendo como se meaba en la alfombra y se revolcaba luego, también vi que algo de cerdo tenía), lo que coloquialmente se conoce como "súper chucho gigante". Por cierto, la señorita Adelaida mencionó al perro como una broma para aliviar su propia tensión, así que el perro realmente no tenía motivos para asesinar a su dueño. No obstante, conseguí un momento a solas con Bruno. ¿Saben? Cuando miras demasiado tiempo a un perro, el perro te devuelve la mirada.

Mi investigación estaba en un punto muerto, y no se le podía echar la culpa al mayordomo, estamos en el siglo XXI, los abogados no tienen mayordomos. "Ojalá fueran los años 20, entonces solo tendría que irme a una mansión con gente de muchas nacionalidades y resolvería el caso gracias a mi materia gris", eso pensé al día siguiente de la entrevista con el perro, "¿Y por qué no?" pensé después, claro que luego deseché la idea, todo el mundo era español. Sin embargo, no era mala idea lo de usar la materia gris...

Pasaron dos semanas utilizando mi cerebro, lo cual me causó terribles dolores de cabeza, y al final llegué a una conclusión bastante sencilla que me llevó a resolver el caso, partiendo de dos simples bases: la primera, era un caso de los años 40; la segunda, estábamos en el 2010.
Si era un caso de los años 40, el asesino tenía que ser alguien de los años 40.

Si "P", entonces "Q", y la única "Q" era la mujer. Así que tras cortejarla y acostarme con ella (más en línea de los años 90 que de los 40), la acusé del asesinato.

No la condenaron, nadie me creyó, y ella me llamó "cerdo" y me dio un guantazo, pero yo sabía que el caso estaba resuelto, un caso de dificultad alta-extrema. Aún con la hostia y el desprestigio que me causó, me compré una pipa de investigador privado, me puse el abrigo, el sombrero, y di una vuelta por la calles de esta extraña ciudad en pleno agosto.

domingo, octubre 18, 2009

Fluxus.

"Ir a un Ikea un sábado por la mañana es una experiencia poética"

Profesora de Literatura Hispánica Actual.

viernes, octubre 16, 2009

Especificación idiomática.

"Bienvenido Mr. Marshall [Comedia][DVDRip][Español V.O.][Luis G. Berlanga][1953]"

Considero un tanto estúpido que especifiquen en un foro español que el idioma de una película española es el español.