sábado, junio 09, 2007

A miga de pan. (Versión preliminar) (Agradecimiento al Señor Malva)

Un chico, un simple chico, no muy distinto a los demás en apariencia, pero interiormente muy distinto, vacío, vacío interiormente.

Cierto día, al volver de clase se sentó en su escritorio, vio una miga de pan y se quedó mirándola un buen rato, no por nada, sino simplemente estaba abstraído en sus propios pensamientos, como quien mira el caer de la lluvia. Su madre lo llamó para ir a comer mientras estaba embutido en su mente, el sonido le llegó, pero tardó unos veinte segundos en escucharla, es ese momento se sacudió la cabeza y fue a comer.

Cuando volvió, la miga seguía ahí, y volvió a pensar en lo mismo de antes, en su vacío, en que no tenía a nadie con quien compartir nada, en que nadie le apreciaba ni le quería, estaba su familia por supuesto, y algunos amigos del instituto y del barrio, pero eso no le reconfortaba, no estaban con él por elección, sino por una serie de factores tales como la proximidad o la casualidad. Pensando y pensando, dándole vueltas a la cabeza, comenzó a pensar que esa miga de pan de delante suya tenía exactamente la misma afinidad con él que el resto de sus "amigos y familiares". Empezó a fraguar la absurda idea de que la miga de pan era su amiga a partir de un estúpido juego de palabras (miga...a-miga).

Pasándose los días, continuando con su vida normal, vacía y sin sentido, casi sin darse cuando el chaval notó de que como rutina diaria había aceptado el estarse casi dos horas delante de la miga de pan, de su a-miga, contándole sus problemas, sus inquietudes y sus deseos.

No muy alejado en el tiempo de esa verdad que notó, el chico, un día normal de los que hablaba con su amiga, se sorprendió del siguiente pasó que dio su relación con la miga, esta... le había respondido, la cara y la sensación fue tan parecida a cuando intentas limpiarte la mierda y descubres que has cagado limpio que casi el chico diría que estaba en esa situación, una situación en la que te das cuenta de que es un hecho extraño, bueno, pero que sin embargo, notas que algo no encaja.

Los días siguiente los pasó hablando con la miga, ya no eran unas dos horas, eran casi días enteros, casi sin dormir ni comer, su madre comenzó a preocuparse, llamaron al psicólogo, el chico fue a verlo, pero al volver, seguía hablando con su amiga. Al tiempo, empezó a sentir algo que nunca había experimentado... amor, sí, el chico sintió amor por ese pequeño trozo de pan reseco. Él se daba cuenta de la situación, de que a los ojos externos, debía parecer un loco, pero le daba igual, él creía en sí mismo y en su amor por la miga.

Al final, sintiendo que necesitaba unirse aún más con ella, el chico optó por comérsela, por unirse a ella en una existencia singular, la constatación del amor mutuo que sentían el uno por el otro.

Desgraciadamente, la leyes físicas del cuerpo humano, hicieron que su unión no durase más que unas pocas horas... Saliendo del baño, el joven se dio cuenta de que la había perdido para siempre, pero algo quedaba dentro de él, un pedazo de la esencia de su primer amor se mantenía aferrado en su cuerpo...

4 comentarios:

Irene Chaparro dijo...

Escatológica historia...

No sé si me gusta o me desagrada.

Anónimo dijo...

despues de leer tu historia me encuentro en un sinsentido muy sinviviresco

Anónimo dijo...

Y eso que era una aceituna (deshuesada).

Anónimo dijo...

¿me prometes que si soy tu amiga nunca me comerás?