martes, mayo 31, 2011

Resquemores.

Camino de noche por el casco antiguo de la ciudad, es muy tarde, y siempre hay como un resquemor detrás de la oreja si vas solo. Un grupo lejano podría ser que tramase algo. Pero la idea se desecha, pues la lógica se impone. Camino por una calle iluminada en naranja y en sepia, cuando llama mi atención otra calle, oscura, negra, vacía por completo y me adentro en ella. Me quito la música que me acompañaba del oído derecho, todo está muy silencioso y muy oscuro; me la quito del oído izquierdo. Ahora solo oigo mis propios pasos, que parecen demasiado fuertes, y solo son chanclas. Miro hacia atrás para ver como de lejos estoy de la luz, y lo estoy poco, y sigo adelante, hacia la oscuridad, sin saber por qué, porque el resquemor del principio aumenta bastante. Si yo no los veo, ellos no me ven, pero aun pueden oir mis pasos fuertes ¿Quiénes son ellos? Pienso en distintas vías de escape, con las chanclas no puedo correr bien, y con estos pantalones lo que llevo en los bolsillos se me puede caer. Pienso que si me encuentro con alguien que me quiera hacer algo lo primero será quitarme las chanclas, cogerlas con una mano y correr; pero qué hay de los bolsillos, son dos y solo me quedaría una mano libre, tendré que arriesgarme a que se me caiga algo... el mp3, es más pequeño y por eso es más difícil que salga del bolsillo. Hay música por el callejón, una radio. Llego al final de la calle, por la derecha y por la izquierda sigue sin haber luz, pero por la izquierda hay una luz azul que parpadea. Como insectos hacia la trampa. Creo que es una alarma. Sigo avanzando por calles oscuras y escucho a gente, gente que se divierte y van en la oscuridad. No vale, hacen trampas, no van solos. Pero son gente normal, como tú; en las calles oscuras hay gente normal, gente que no te quiere hacer daño. Y todo vuelve a la normalidad, sigo yendo por calles oscuras porque es más atrayente, pero ya no me siento inseguro, vuelvo a ponerme la música, no me hace falta escuchar si alguien se acerca. Tras ver a unas muchachas, pienso que yo puedo ser aquél del que se puede tener miedo. Pero pasan de mí, supongo que la gente no pierde el tiempo en tonterías como las mías.

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