lunes, mayo 06, 2013

Davida contra Golitenia.

ADVERTENCIA: No es un relato bíblico, ni tampoco una canción de música ska.

Existen en esta vida empresas fáciles, empresas difíciles, empresas imposibles, y empresas que caen en bancarrota. La nuestra es una empresa que es fácil de decir, difícil de imaginar, imposible de cumplir, y que rompería una banca si se consiguiese llevar  cabo. Por otro lado, lo único aparte de eso que hay que decir, es que es una empresa absurda, pero dado que el libro de literatura española más leído del mundo se basaba en empresas absurdas, no veo por qué la gente no debería conocer esta historia.

Como la historia más famosa de ese libro, la nuestra trata de vencer a lo imposible. Y ya que estamos con imposibles y difíciles, digamos que nuestro molino gigante es en realidad mucho más pequeño que la persona que trata de vencerlo, y ya que estamos en una época de paridad e igualdad, pongamos que nuestro protagonista análogo al rey y al caballero es una persona de sexo femenino, o sea, una mujer. Una mujer llamada Davida que, por su nombre, se intuye que o sus padres querían un niño, o no tenían ningún gusto eligiendo nombres.

Como prólogo a una historia corta este ya es bastante extenso, de hecho, las historias cortas normalmente no tienen prólogo, no es que no deban, pero si pones a un pequeño relato una introducción, o ya no es tan pequeño, o el relato principal se queda bastante corto.

Nuestra historia comienza con Davida, una persona ocupada, llena de cosas por hacer, llena de cosas por hacer que no hace, y llena de cosas por hacer que no hace pero que acaba haciendo. Davida tenía sus manías, una de ellas era comer. Hay a quien tiene la manía de respirar, la manía de beber, la manía de dormir, o la manía de defecar; a Davida le había tocado en suerte la de comer. Cosa genial, porque le encantaba. Comía y comía a todas horas, y seguía comiendo y comiendo. Una pensaría "¡Joder! ¡Qué gorda!". Pues no, no estaba gorda, y se preguntaba el por qué. Otra persona no se lo preguntaría, ni se preocuparía, o pensaría que tendría un metabolismo asombroso, pero Davida no, así que comenzó a investigar.

En estos tiempo la gente va mucho al médico, todos son unos cagazas. Aunque en realidad, es mucho mejor ir al médico que lo que hace la gente que no va al médico, que es mirar en Internet. Internet es un lugar mágico, lleno de alegrías, tristezas, ira, pena, y personas que no saben heskrivir, pero lo que más tiene Internet, al margen de gatos, porno y versiones en todos los instrumentos habidos y por haber de las músicas del Mario y el Zelda, es información. Puede haber información óptima, buena, regular, mala, horrible o de Yahoo! Respuestas. Davida llegó a una información que pudo calificar de "pasable", y dicha información decía que lo que lo que le pasaba era que tenía una tenia en el cuerpo.

Según rezaban las informaciones que había leído, había algunos métodos para librarse de la tenia, que teóricamente es un parásito que se aloja en el intestino y se "come" todo lo que tú has comido. No suena tan mal, pero en realidad es malo o, cuanto menos, desagradable, imagina que en lugar de en tu intestino, tienes a ese gusano que mide de dos a diez metros en el sobaco, chupándote continuamente los pelillos... lo que yo decía, desagradable.

Davida, que era una persona bastante resolutiva con sus acciones, decidió que ella misma "combatiría al mal que se había aposentado en su cuerpo con sus propias armas". Pero Davida solo tenía una cualidad especial, que podía llamar "arma", y eso era comer. De tal modo que decidió comer más y más y más, hasta que la tenia muriese por gorda. Cualquier médico, enfermero, auxiliar de enfermería, farmacéutico, veterinario, herbólogo, pato con cofia u homeópata le hubiesen dicho que eso era una insensatez (o le hubiese dicho que "cuak", pero tenía el mismo significado que los demás), pero Davida tenía la determinación de conseguir eliminar al intruso por sus medios.

Así que Davidad comió, y comió, y comió, y comió, se gastó todo su dinero, el de sus padres, el de sus amigos, y el de los vagabundos a los que le robaba por la calle. Pasaron meses, y un día, mientras comía un sándwich que contenía todos los tipos de carne, salsa y cartón que se podía albergar entre dos panes, pensó que ya era suficiente. Había aguantado, lo había intentado, y había fracasado, tímidamente pensó que hizo todo lo humanamente posible, que podía estar orgullosa, pero no lo creía realmente; de modo que fue a pesarse una última vez antes de ir al médico. Llegó a la báscula y se puso encima, seguía estando en esos horribles y  livianos 368 kilos...

Lo que ocurrió después no es historia nueva. Simplemente quedaos con la idea de que Davida tenía el sentido de la gordura un poco distorsionado, que cuando le dijo el médico que no tenía ningún parásito se sintió feliz y volvió a comer de forma normal (aunque sin bajar nunca de los 300), y que la comida le daba vida al igual que a los demás se la da el respirar, el beber, el dormir y, en definitiva, el hacer lo que les gusta. Davida había luchado contra la tenia y había sobrevivido, y por supuesto, consiguió romper la banca de espera de la consulta del médico.

No había nada imposible para esa mujer... ni lo habría mientras siguiese haciendo lo que más le gusta: Comer

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