miércoles, mayo 15, 2013

Yaki Oni Giri.

El mundo, parece, gira y girar sin parar. Los muertos no se levantan. Y me quito los pellejos de mis pies. La cerveza corre por mis venas, y el ordenador se refleja en mi ojos. Y escribo sin saber por qué. Porque relaja. Y hablo, y no me contestan, y miento y me toman en serio. La seriedad no es más que otro lastre más. Y recuerdo canciones que me hacen recordar. Y recuerdo cosas que no quiero, pero que quiero recordar, y puedo aunque no deba. Y recuerdo conversaciones sobre los recuerdos. Y en la memoria aparecen cervezas, y las cervezas aparecen frías. Y el frío no es algo que me defina. Y en la definición me bloqueo, y dejo de intentar hilar las ideas, porque las ideas surgen de la cabeza, y la cabeza solo quiere pasar. Y sigues pasando, aunque quiera continuar. Y pasas, y bostezas, y saber que es tiempo de irse a dormir. Porque el sueño es importante, al menos, para recordar que el mundo gira, y todo sigue igual, pero en realidad es distinto. Y borras y reescribes lo borrado. Es distinto, pero es mejor. Recuerdas a los escribidores. Y te preguntas sobre ellos y sobre ti. Y la nariz pica. Y el pezón izquierdo también. Dulce tormenta de ideas, dulce descripción de lo que percibes. Y en la boca el regustillo a cerveza. Y bostezando acabas. Y acabas, y ya.

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