martes, mayo 13, 2014

Regalo de cumpleaños.

Ramiro Vientos salió un día a pasear. Por el camino, vio a gente en pleno jolgorio en un bar. Entró y preguntó cuál era el motivo de tal algarabía, a lo que uno de los presentes le contestó que era el cumpleaños de María Mares. Ramiro, muchacho dicharachero, amigable y generoso, aunque de poco efectivo en la cartera, pero de mucho genio en la improvisación, rápidamente agarró una servilleta, la recortó para hacer un cuadrado con ella, y la dobló y redobló tantas veces y de tantas formas, que al terminar nadie supo cómo de tal engurruño de idas y venidas de celulosa apareció una bella grulla de papel, tan simple como eficaz. Ramiro, muchacho dicharachero, amigable y generoso, se acercó a la cumpleañera María Mares y, tras una breve y amigable presentación, le entregó a María Mares, que cumplía años, la simple y bella grulla de papel; la muchacha, incrédula y agradecida con el desconocido, la aceptó de buen grado y besó en la mejilla al dicharachero, amigable y generoso Ramiro Vientos. Pero otro muchacho, avieso y envidioso de que su regalo, más caro y más grande no hubiese sido merecedor de un beso, sino de un simple "gracias", prorrumpió a voz en grito:

- ¡Vaya mierda de regalo! El tío no se ha gastado nada de dinero y aún así le dan un beso.

María miró apenada por el comentario tanto a Ramino como al avieso y envidioso muchacho. Pero Ramiro, muchacho dicharachero, amigable y generoso, pero con mucho genio para la improvisación, hizo lo siguiente: Sacó su cartera, la abrió y tomó de ella un pequeño billete de cinco euros. Delante de todos, lo rompió, pero solo lo justo para hacer un cuadrado perfecto, con él hizo de nuevo una grulla, tan bella y simple como la anterior, y se la entregó a María Mares para que hiciera compañía a la otra. En ese momento, el resto del billete que aún conservaba lo tiró a la papelera y, acto seguido, le dijo a María Mares:

- Que una grulla cuide de la otra, y que la otra cuide de la una, pero nunca les digas quiénes fueron sus padres, no porque se vayan a pelear entre ellas, sino porque los amigos, igual que los regalos, no importa de donde vengan.

Y así, Ramiro Vientos, muchacho dicharachero, amigable y generoso, sin nada de efectivo en la cartera, pero con mucho genio para la improvisación, se fue del cumpleaños de María Mares.

No hay comentarios: