domingo, julio 22, 2012

Infelicidad, qué bonito nombre tienes.

Ayer fue un día, a todas luces, cojonudo. Me levanté al mediodía, me vi unos capítulos de Shakugan no Shana, comí tortilla de patatas y gazpacho con mi madre mientras veíamos Saber y Ganar. A las 4 me fui a casa de un amigo a mastear una partida de Vampiro: La Mascarada. Sobre las 8 y media tuve que ir corriendo por la carretera de circunvalación con los pies descalzos porque no corro bien con las chanclas y llegaba tarde. Fui a una fiesta de cumpleaños "sorpresa" con unos amigos y contamos chorradas, comimos tarta, filetes empanados, queso y demás, y nos tomamos unos cubatas. Poco después de la 1 fuimos a tomar algo al bar de siempre, donde me encontré con mi prima, a la que hacía mucho que no veía y me hacía ilusión verla. Cerramos ese bar, y nos fuimos a otro unos pocos supervivientes, y nos tiramos en unos sillones de ese bar a hablar de chorradas y sexo; también cerramos ese bar, así que nos fuimos a un parque a seguir hablando, hasta que empezaba a amanecer. Luego me fui a casa escuchando música tranquilamente.

El día de ayer, fue un día jodidamente bueno, en el que me lo pasé de puta madre, hice de todo; es el tipo de día que con 16 años me pasaría hablando de él durante un tiempo, y el tipo de día que con 22 me haría sacar una sonrisa al recordarlo. Y, sin embargo, llegué a casa con una sensación de mierda. Como si toda la alegría y el bienestar desapareciesen de golpe, y solo quedara una indiferencia que bordea la desidia.

Es una sensación demasiado común últimamente. No es solo ayer, el viernes tuve día de barbacoa cojonudo, y también estuve de bares durante mucho tiempo. Y el día anterior estuve viendo pelis raras y teniendo conversaciones interesantes. No se puede decir que lleve un mal verano, estoy casi todos los días haciendo algo, o saliendo.

Pero es como si felicidad no quisiera salir, por mucho que lo intente, como si fuese un pelo encarnado que no quiere ver el mundo.

Es como si todo fuese una gran bola de mierda. Olorosa. Con una especie de olor que se te mete en el cuerpo y se queda ahí.


Lo que tú no sabías es que los sueños no se pueden dominar...

1 comentario:

Gluglupita Aquamarino dijo...

Cuando llegue hablamos, eh?