jueves, julio 12, 2012

Al final, con lógica o sin ella, la flecha llega.

Es bastante curioso eso de perder a alguien. Miras a tu alrededor y no es que todo sean recuerdos, sino que todo te hace recordar.

Y no te acostumbras a que ese alguien no esté. Haces un simple movimiento automático al cerrar la puerta, y  antes de que pase un segundo, sabes que no había una razón "real" para hacerlo. Pero así es la pérdida supongo. Miras a tu alrededor y sientes que debería haber alguien más.

Con el tiempo ese sentimiento se va diluyendo poco a poco. Pero siempre hay algo que te hace recordar, una arruga, una canción, una calle, una forma de fregar los platos, o la costumbre de mirar debajo de la mesa por si hay alguien.

El mundo se desmorona, y las cosas van cambiando, no todo a la vez, pero todo cambia, como eso que se dice de que cada siete años (casi) todas las células del cuerpo se han renovado, no todas a la vez, sino a distinto ritmo. De las misma manera que ya no me peleo por ver quién elige qué comemos, y ya no tengo que preocuparme de dejar el portátil en el suelo; ahora ya no tendré conversaciones sobre Saint Seiya o Dragon Ball a las 4 de la madrugada antes de ir a dormir.

¡Cómo odio al puto Heráclito!

Pero como todo lo que tiene principio tiene un final, todo lo que tiene un final ha de tener un principio. Y por fortuna, mientras las cosas van acabando, otras van empezando.

El problema viene en el rato en el que parece que nada empieza y todo acaba.

Dispara y no saques pifia...

1 comentario:

Cuishle dijo...

Actualiza. Actualiza porque cada vez que entro en blog y veo el enlace a esta entrada, entro, la leo, y me deprimo del carajo xD