lunes, abril 02, 2007

De grandes aventuras a comprar un helado.

Tiempo ha que las historias de la gente conllevan grandes aventuras o hazañas, y si no, tristeza o carcajadas, violencia o educación. ¿Por qué las historias no pueden ser de "cosas que pasan"? Cosas que no tengan moraleja, que no sirvan para entretenerse. ¿Dónde están esas historias reales? ¿Dónde están las historias que no tienen solución o final? ¿Dónde está la respuesta a todas estas preguntas?

La respuesta está aquí --------> Son las pinzas.

Sí, son las pinzas, ese instrumento que sirve para sujetar las prendas de ropa o para cerrar los paquetes de pipas abiertos. Pero... ¿por qué esto es así? Simple es la respuesta, analizando la función de las pinzas, podemos llegar a la conclusión de que sirven para sujetar o cerrar algo, igual que en las historias hay finales, las pinzas cumpliendo su función son esos finales, sin embargo, siempre las pinzas acaban abriéndose, soltando el objeto que tienen agarrado, estas son las historias de las que hablo, las que realmente no tienen final, las que cuando parece que todo está arreglado, viene algo y presiona la pinza por arriba para que se abra por abajo, esas son las verdaderas historias, en las que las pinzas se abren cuando quieren, en las que se te cae la ropa al patio o en las que las pipas se vuelven rancias porque no está bien cerrado con la pinza el paquete.

Pero... ¿qué sería la vida sin ropa en el suelo y pipas para tirar a la basura? La vida no tiene emoción cuando no tienes que recoger la ropa o ir a comprar pipas, la vida sería muy aburrida, porque luego, mientras vas a comprar pipas ves un helado y decides que quieres algo fresquito, o cuando bajas a coger la ropa al patio te encuentras con que te han dejado publicidad de una marca de zapatos en el buzón.

En definitiva, poner mal una pinza hace que te intenten vender unos zapatos muy caros, si quieren mi consejo, jódanse y piensen en uno, que no soy yo el que tiende la ropa.

1 comentario:

Irene Chaparro dijo...

A mí las pinzas me cuentan historias sin moraleja.
Así, sin venir a cuento.

El otro día mismo una me dijo que se había caído y al rato se vio sobrevolando la ciudad.