lunes, julio 22, 2013

Historias que es mejor no intentar contar.

A las tres y media de la tarde, he pasado por la terraza de un bar, allí había un hombre. No sé qué edad tendría, unos 50 ó 60 supongo, estaba calvo, y presentaba una enorme barba blanca; vestía una camiseta que parecía de promoción, unos pantalones cortos azul marino, y calzaba unos náuticos. Estaba sentado solo en el velador, sin nadie más que compartiese su mesa o las mesas de alrededor, tenía delante un tubo de cerveza, casi sin tocar, y sus manos estaban cruzadas delante de él, con un cigarro encendido, y se dedicaba a mirar al frente sin fijarse en nada.

Al verlo, he pensado que ese hombre merecía una historia, esa mirada, ese cigarro, ese tubo de cerveza, esa barba... Al volver a pasar delante de él, y encontrarlo casi en la misma postura, he vuelto a pensar en él, pero rechazando la idea anterior, no creo que fuese capaz de escribir una historia que le hiciese justicia, no creo que algo que yo pudiese idear se asemejase realmente a lo que ese hombre transmite, o quizás sí. Quizás mi historia sobre él fuese más interesante, más épica, más melancólica, más divertida o más triste, pero no sé, la historia que desconozco parece ser la mejor de las posibles.

No hay comentarios: