lunes, julio 19, 2010

Otro caso de los años 40.

Otra aburrida mañana, otra aburrida tarde, otra aburrida noche. Así se iba repitiendo mi vida. Los surfistas esperan la Gran Ola, los investigadores privados esperan el Gran Caso... aunque si llega normalmente hacemos como que no ha sido gran cosa, así que seguimos esperando el Gran Caso. Como verán, esta vida es bastante difícil de satisfacer.

Los telediarios decían que era el verano más caluroso que se recordaba en años, cosa que decían siempre cada 365 días, entre junio y agosto. Pero lo cierto es que hacía calor. Y lo más cierto todavía era que estaba bastante aburrido, esperando a que alguien llamara a mi puerta. Un simple caso, era todo lo que deseaba, me daba igual que tratase de encontrar a un perrito perdido o de que han asesinado al Papa cuatro veces seguidas... ¡Me moría por algo de acción! (Bueno, pero sin pasarse, que hace calor y a los investigadores siempre nos salen manchas de sudor en los sobacos, nunca supe por qué).

Por fin, un preciosísimo 3 de agosto de 2011 alguien llamó a mi puerta, probablemente el caso que estaba esperando. Rápidamente me senté en mi silla a jugar con los papeles a modo de baraja de cartas, dije "Adelante, en seguida la atiendo, que estoy organizando unas cosillas" y entonces pasó. La puerta se abrió y una figura alta, con buen cuerpo, traje blanco y barba bien recortada entró en mi despacho.

-Disculpe, necesito su ayud...
-¡¿Qué?! ¿Un hombre? ¡Fuera de mi despacho!

1 comentario:

_ dijo...

Claro, te imaginas una señorita en traje blanco y de repente ves que tiene barba...¡Yo habría reaccionado de la misma manera!