viernes, junio 25, 2010

"Ayer fue el anteayer de mañana".

Cuatro años ¿eh? Más de cuatro años viviendo una vida bonita y emocinante. Tiendo a despreciar un poco bastante los otros dieciséis años de mi vida, pero eso es otro tema.

Se ve como la vida va tomando cierto rumbo, parece que se encauza, aunque realmente no haya nada definido ("Vuestro futuro no está escrito, como no lo está el de nadie, labraos uno que sea bueno"), pero lo piensas, cómo uno va a tener veinte años y poder ver su vida en los siguientes veinte años.

El destino, puta traidora, nunca debió existir, nunca debe existir algo como el futuro, ni siquiera debería haber un tiempo verbal para indicarlo.

Simplificando al absurdo, pensar en algo que no ha ocurrido todavía es exactamente lo mismo que pensar en algo que no va a acurrir, sin embargo, nos preocupa, nos asusta, nos coharta y nos alienta; no existe, nunca existió, nunca existirá lo que piensas que va a ocurrir, quimeras sin olor que nos eructan en la cara.

Nunca la imaginación jugó tan mala pasada al ser humano como cuando inventó el tiempo. El resto de animales ha conseguido vivir perfectamente sin pensar en lo que va a pasar, no forma parte de la adaptación ni de la evolución; no es que nosotros hayamos dado un paso atrás, es que ni siquiera andamos por el suelo.

¿Es la casualidad la que hace que la gente sea más feliz cuando no piensa en el mañana? Es más diviertido montar la fiesta que la fiesta en sí, el momento en el que no piensas lo que pasará a continuación es un momento de libertad, en el que no eres esclavo del tiempo. (Si dejamos que los hombres grises nos embauquen, estamos perdidos).

No todo es maldad en el reino del mañana, allí adónde no se puede ir más que en sueños, pero demasiadas veces parece que la pesa gigante de diez tonelas en la que está escrito "futuro" nos cae encima y no nos deja movernos.

1 comentario:

aquamarino dijo...

me encanta cuando Bichu piensa