domingo, septiembre 29, 2013

Historias sustractivas.

En un papel en blanco, el héroe, antihéroe, o simplemente el protagonista, se pregunta a dónde va. En su mente intenta dibujar un camino, claro y conciso, pero es demasiado difícil, así que primero pinta sin forma con su paleta. Y según sale un color, avanza hacia él.

Cian.
Cielo, playa, mar... Futurama. Megalomanía, playa de los monumentos... Es un alcalde, que acaba de fundar su propia ciudad, que quiere su propio gobierno, que quiere que los nombres de las calles sean los de sus amigos y los de sus libros, películas y videojuegos favoritos. Quiere que para la gente visite la nueva ciudad se construya un parque, donde estén las reproducciones de los mayores monumentos del mundo, donde la gente vaya y visite el mundo. Quiere tener el mundo en sus manos y compartirlo. No resulta ser tan mal alcalde al final.

Magenta.
Rosa... o rojo, a qué coño se parece más el magenta. Incertidumbre, incertidumbre cálida... Es un chaval de unos veinte años, que quiere tener a una persona con él, y no quiere más nada. Quiere despertarse y abrazar algo que no sea una almohada, quiere ser débil con alguien, quiere ser feliz, aunque para ello tenga que hacer feliz a alguien; es egoísta, pero el resultado es lo que cuenta, él es feliz, la otra persona es feliz, todos son felices.

Amarillo.
Chillón, brillante, brillante futuro, el sol. El sol y el futuro... Es un tripulante en una nave espacial, en busca de maravillas del espacio, de pequeño leyó "El fin de la Eternidad" de Asimov, y coincidía con él en que la humanidad busca expandirse, llegar a todas partes, porque encerrada en este pequeño planeta se moriría. Viaja a través de las estrellas, pensando que nunca volverá, que tiene cosas por las que volver, pero que es mucho más fuerte el sentimiento de irse, de escapar, de volar, de sentirse libre, aunque nunca vuelva a ver la calidez de su Tierra natal. Se adentró en el espacio, nadie sabe si la misión tuvo éxito, probablemente no. Pero a través del espacio, quizás a través del tiempo, una botella iba flotando, con un mensaje dentro de ella, nadie lo leyó, nadie lo leerá, pero no importa, por escrito está el mensaje que él dejó como individuo: Yo tuve éxito.

El protagonista ya había pasado por tres historias, y era como una droga, una sensación de necesitar más aún cuando no has terminado realmente lo que has empezado. Las historias se suceden atropelladamente, y se siguen creando, cada una de ellas es un mundo que visitar, un cuento que vivir, una vida que relatar. Y continúa su viaje.

Rojo.
Sangre, dolor, ira, odio, muerte, destrucción, pasión... emociones... Una espada en la oscuridad. Él es la espada, es una herramienta diseñada para matar, tiene la capacidad de herir al prójimo, aunque quizás sea por una buena causa, pero eso no lo sabe. Es usada para hacer daño, su trabajo no le gusta, es desagradable, le pagan en sangre, y no es sangre lo que busca, solo busca vivir. Con sangre compra su vida, gracias a ella tiene una vaina, está afilada, alguien la cuida, y gracias a la sangre se limpia de ésta. No es una vida fácil, ni siquiera es una vida. Nunca supo si sirvió para algo su existencia, si gracias a ella el mundo mejoró, si alguien se dio cuenta siquiera de que ella estuvo allí, si alguien supo que ella sentía, que tenía emociones, que no quería hacerlo. Un día recordó la historia de Masamune y Murasama, cada uno hizo una espada, la del segundo cortaba todo a su paso, sin importar qué, con un filo extraordinario; la del primero repelía todo lo que pasase por su filo, pues no destruía innecesariamente, aun cuando podía hacerlo. Intentó ser como Masamune, pero no lo consiguió, pues las manos que la sujetaban deseaban cortar, e impotente, se dio cuenta de que era Murasama, y que siempre lo había sido. Y cuando su corazón entendió esto, se quebró, y con él, se quebró su cuerpo.

Azul.
Tranquilidad, descanso, sueño, sueños, deseos y deseos incumplidos... Es un hombre que sueña, vive entre la realidad y el sueño, y no los distingue, porque ellos no le distinguen a él. La realidad está distorsionada para él como si fuese un sueño, y el sueño se asemeja a la realidad como si fuesen dos moléculas de agua en el mismo estanque. Así, el hombre va a caballo entre los dos mundos, se despierta de la realidad y vive en el sueño. Se lleva objetos de un mundo a otro, que aparecen y desaparecen cuando su mente oscila. El hombre no tiene historia, no tiene cuento, simplemente existe en alguna dimensión donde su existencia intermedia es posible, su realidad y su sueño son lo mismo, no hay diferencia real, no confunde los dos, simplemente los vive, como cualquiera viviría con lo que tiene y lo que puede.

Verde.
La naturaleza, el bosque, el ciervo, el disparo a la madre de Bambi, la ecología como medio de supervivencia... Es una aventurera, una de los siete elegidos para salvar al mundo. Ella y sus compañeros recibieron poderes para detener a las hordas de la oscuridad que planean destruir el mundo. Su poder es el hielo, éste parte de su personalidad, porque es perezosa, trata de moverse lo menos posible, el hielo es una buena elección. Los poderes de sus compañeros son fuego, tierra, agua, viento, rayo y veneno; y viajan a través de un mundo devastado, donde hace miles de años que no existe la tecnología. Deben recorrer los templos sagrados que son la representación de sus poderes, antiguos templos venerados por los habitantes ya que suministraban energía al mundo, sacada del planeta. Esos templos ya no escuchan, ya no proveen. Pasan por innumerables pruebas en los templos y en el mundo. Su personaje no se da cuenta, pero el lector sí, los templos son descritos como una plataforma petrolífera, una central térmica, una de biomasa, una hidráulica, un parque eólico, una central eléctrica y una planta nuclear. Al final salva al mundo, pero sacrificándose por sus compañeros y por el planeta, como una digna aventurera.

Lleva seis papeles, seis personajes, pero no es suficiente, infinitas historias, infinitas posibilidades, querría ser todos, pero sabe que es imposible... solo unos cuantos más, algo más de exploración, para saciarse, para reivindicar su derecho a vivir donde él quiera, dónde él pueda, y sentirse a gusto, esté dónde esté.

Naranja.
Fruta, cítrico, salud, una persona llamada Noe, más ciervos, el césped, la tierra... Es una roca a través de los siglos. No recuerda cuando se creó, ni quiénes fueron sus minerales padres. Sabe que un día se fragmentó, no recuerda quién lo hizo, y ahora está en muchos sitios, no es ubicua, pero lo mismo se encuentra en Malasia que en Japón o en Mozambique. Empezó siendo grande, muy grande, y ahora solo es granos de arena dispersos, siendo pisoteada por gente que era más pequeña, y que ni siquiera había nacido cuando ella se creó, que hubiese muerto si ella se hubiese caído encima. No entiende la ironía de su vida, de su existencia, al fin y al cabo, era solo una puta piedra, y ahora ni eso.

Rosa.
Señor Rosa, yo, el escritor, las letras, la vida en mis manos... Es un escritor, que da vida a personajes, que está sentado frente a su ordenador escuchando Luar Na Lubre, con latas de Coca-Cola vacías en su escritorio. Que se dedica a escribir la palabra "escribir" pensando en ponerla entre comillas la segunda vez haciéndose autorreferencia. Le gusta jugar con las palabras, le gusta, en cierta medida, jugar con la mente de los demás, le gusta que la gente le lea, porque la escritura está hecha para ser leída, aún cuando a veces esa no sea su intención, aunque a veces sea para el desahogo, pero no es el caso, quiere que la gente lea la palabra "palabra" que él has escrito hace seis u ocho palabras. Quiere que la gente disfrute con algo que él haya hecho, porque si no, para qué escribe. Y extrapola esto al mundo, si nadie disfruta de algo que él haya hecho, para qué está en el mundo.

Violeta.
Flores, un ramito de violetas, canción, Mecano, Cecilia, aire... Es un niño pequeño viendo el Rey León, la escena en la que Simba se deja caer al suelo y la hierba que se levanta viaja con el viento hasta Rafiki, que reconoce su olor y descubre que está vivo. El niño adora la película, Simba es su héroe, Timón y Pumba sus amigos, y el mandril es su maestro. Crece con un gusto enorme por los animales, le encantan, piensa en hacerse biólogo, o veterinario... Pero cuando termina de crecer acaba metiéndose en cualquier otra carrera, sea bellas artes, sea aeronáutica o sea empresariales, lo importante es que se vuelve vegetariano, o vegano, u ovolactovegetariano u ovovegano. No quiere que se le haga daño a los animales para que él pueda vivir, y con su loable intención, solo consume plantas (con su deficiente aporte proteínico). Aporta su pequeño grano de arena para conseguir un mundo mejor, pero no ve su esfuerzo recompensado, al principio sí, siente que hace algo bueno, y eso es suficiente, pero luego cae en una depresión a lo largo del tiempo, él solo no puede hacer nada, lucha contra la marea, pero es demasiado fuerte, y ésta le arrastra. No obstante, se mantuvo fuerte en sus convicciones, siendo vapuleado una y otra vez por la masa y la cultura imperante, con su alma y mente resquebrajadas, pero su corazón limpio. Al morir, en un extraño cortocircuito cerebral, se le apareció Pumba entre las nubes dándole las gracias con una manzana en la boca.

Como un gato en los países anglosajones, nueve vidas tiene ya el hombre de la hoja en blanco. Tras éstas, se da cuenta de que no es un hombre... aunque tampoco una mujer, es un concepto, o es muchos conceptos, es una idea, que adopta distintas formas, y se desarrolla, porque ese es el objetivo que tiene, crecer y desarrollarse, y alimentarse de narraciones y reproducirse en distintos lugares. No es solo un hombre o una idea en una hoja de papel, es un ser vivo.

Celeste.
Cielo, atmósfera, nubes, viento, pájaros, volver, golondrinas, cocos... Es el Caballero Verde, aquél que se presentó en la corte del Rey Arturo con un hacha gigantesta, vestido todo de verde y con los cabellos del mismo color. Es aquél que retó a alguien a cortarle la cabeza, y que él haría lo mismo un año más tarde al que lo hubiese hecho. Sir Gawain fue el caballero que aceptó el desafío y le cortó la cabeza, cabeza que fue recogida por el Caballero Verde y fue recolocada en su sitio. Un año más tarde, el coraje de Sir Gawain sería puesto a prueba. Él es el Caballero Verde durante ese año, temeroso de tener que matar a un buen hombre poniendo a prueba su valor de forma tan absurda. Indeciso y confuso se encuentra durante todo ese tiempo, preguntándose por qué tuvo que hacerlo, por qué se deja arrastrar por las maquinaciones de Morgana. Él duda, siente pena, siente dolor, permite que manejen su destino y no sabe por qué. Sabe que sus sentimientos no serán relatados, pero los tiene, al fin y al cabo, es un hombre, un caballero, su honra es lo más importante, y a ella se aferra y sigue adelante. Todo termina bien, nadie mata a nadie al final, pero igual que Gawain porta un cinturón recuerdo de su debilidad, el Caballero Verde lleva una cicatriz en el cuello, recuerdo de su pasividad ante el destino.

Turquesa.
Discusión sobre si es azul o verde, una Gameboy, Pokémon, Lugia, Vaporeon... Es un chaval en un manicomio, encerrado probablemente por algo que pensaba que existía y resulta que no. Mira al mundo y ve las locuras y las incongruencias en él, y al principio no entiende por qué él está encerrado y el resto no. Y pronto se da cuenta, él está loco, sí, puede que más, puede que menos, o puede que igual que las personas que ve andando fuera de la ventana, pero su locura es única. Él intentó cruzar a su perro con un atún para que éste disparase agua por la boca, pero los otros se matan entre ellos por pedazos de tierra, por pedazos de papel, por pedazos de animales convertidos en una sustancia negra y por pedazos de bits de información. Nadie comparte su locura, y por eso está encerrado, todos los demás tienen una locura en común, y por eso están libres... Eso pensaba al principio, afortunadamente, para él, su mente cambió, y dejó de estar encerrado en un manicomio para estar libre dentro de un manicomio; se percató que los demás estaban encerrados en su propio mundo, y que él estaba libre de esas ataduras mientras estaba atado a su cama. Perspectiva, todo es perspectiva.

Chartreuse
Verde-amarillo, amarillo verdoso, verde amarillento, licor, alcohol... Es un camarero de unos cuarenta años, que regenta y despacha un pub. Cada día, sobre todo, cada fin de semana, ve a decenas y decenas de personas entrar en su bar, hablar, beber, bailar y cantar. Se gastan su dinero en el veneno que él sirve, a veces con alegría, a veces con pena, y a veces sin siquiera sentimientos. Él bebe, no es un una excepción, no es ajeno a su propio bar oscuro y con el suelo pegajoso. No sabe por qué bebe, no es para olvidar, qué querría olvidar, no es para alegrarse, el alcohol solo no alegra, bebe por beber, igual que vive por vivir. En ocasiones se lo plantea, y no llega a ninguna conclusión, le molesta un poco eso, pero luego deja de importarle. Y sigue bebiendo, y sigue despachando bebidas, a lo mejor alguien, de entre esas cientos y miles de personas a las que ha atendido en todos estos años sabe por qué beben, o sabe por qué bebe él.  Se lo plantea un momento, y veces piensa en preguntarle a ese cliente con cara de conocer el mundo, pero cuando reúne el valor suficiente para hacerlo, alguien dice "¡Ey, una cerveza!", y vuelve a pasar del tema.

Lleva ya doce cuentos en su haber, que ya forman parte de él, que le siguen como apóstoles y que protege como si fuesen casas del zodiaco. Ya no le quedan más colores en su paleta. Ya no le queda más inspiración nueva, solo le queda seguir mezclando y mezclando, hasta que no reconozca cuál fue el inicio de todo. podría hacerlo, lo sabe, le gusta, es su droga, pero sabe que no acabará... Quizás un último esfuerzo, una traca final, un todo ¿Qué es todo?

Negro.
Noche, muerte, final... Es un alma sin pena, un ser que dejó este mundo hace tiempo, que ya no recuerda quién o qué era. Un político, un romántico, un colono espacial, una espada, alguien entre dos mundos, una heroína, una roca, un escritor, un vegetariano, un caballero, un loco, un camarero... Quizá fue alguien o algo de esto, o quizás no, quizás fue un pato, o un sentimiento, o quizás no fue nada. Siente que ahora es algo, y que algo fue, aunque fuese nada, ya era algo. Es un alma que no sabe si cumplió su propósito en la vida, no sabe si tuvo vida; no sabe si ha tenido muchas vidas; pero no le importa, es quien es, y quien fue, aunque realmente no fuese. No siente, no tiene cuerpo, pero está ahí, vagando por este mundo, o por el otro, o por los dos a la vez, o por uno que no sabemos que existe, o quizás viaja por un mundo que realmente no existe. Lo único que importa es que está ahí, que se siente a sí misma, y que a lo mejor, si tiene suerte, alguien la sentirá. Es la protagonista de una historia. Es una idea, y está viva.

¿Qué es nada?

Blanco.
                                       









domingo, septiembre 15, 2013

Agua... agua magistralmente mezclada con un poco de L...S...D...

Sentadito en la arena, mirando al mar, con casi un litro de calimocho en las manos... comienza a llover.

- Bichu, vamos al chiringuito, que nos mojamos.
- ¿Tú para qué coño has venido a la playa?

Más tarde, una forma más despelotada que de costumbre en una playa, me metí en el agua mientras caía un precioso aguacero.

Y un ratillo después, con el agua cubriéndome hasta la barriga, y el chaparrón cayéndome encima, eché una relajante meada en el mar de Cádiz. Agua por fuera, agua por dentro. Y una magnífica sensación de autorrealización invadiendo mi cuerpo.