martes, enero 22, 2013

La cuchara de la muerte

Se encontraba jugueteando en la cucharilla del desayuno, dándole vueltas a los cereales de chocolate que flotaban en la leche. Otro día más, más normalidad, más costumbre y más rutina. Más "más". Día cualquiera, ir, o no ir, a la facultad, enredar con el ordenador, conversar desde el ordenador, ver alguna serie en el ordenador, y quizás salir a tomar una cerveza.

Todo giraba siempre como esa cucharilla a la que ella le daba vueltas, hasta volver a su punto original, puede que los cereales cambiasen a veces de sitio, pero seguían en la misma taza, con la misma leche, sin saber que en cualquier momento la hora les llegaría, y serían terriblemente masticados y digeridos ¡Cruel destino el de los cereales! Pero no tan distinto del que ella sufriría en algún momento.

Mientras la metáfora entre la vida y los cereales daba vueltas en su cabeza, pensó en que debería escribirla en algún lado, al fin y al cabo, era una idea interesante e incluía comida, y la comida le gustaba. Tras pensar en un bonito y creativo título para el texto, se levantó y se dedicó a preparase para ir a clase. Sin mucho maquillaje, el justo y necesario para que pareciera que no llevaba, con pantalones holgados y una camiseta que alguien podría definir como "friki".

Sin pena ni gloria, ni atención por su parte, pasaban las horas en clase, hasta que las clases acabaron. Y, en teoría, vuelta a empezar... aunque no fue así exactamente.

Hay historias que merecen ser contadas, y son contadas porque tienen algo especial. Si fuese un día como otro cualquiera, no merecería ser contado, ni mecería llamarse "historia".

Un grito. Dos gritos. Tres gritos. Muchos gritos sonaban fuera del edificio y resonaban dentro de él. Un muerto... una muerta más bien. Algo raro, sin duda, la gente no suele morir cerca de una facultad, nadie sabe por qué, pero es así. "Cerca de la facultad" quería decir en el edificio de al lado, en el proyecto de edificio de al lado, pues estaban construyendo uno. La muerta, según Ainara escuchó, era joven, de su edad más o menos, y por las reacciones de algunas personas, pudo deducir que era alguien que estudiaba en su facultad. Pero no la conocía, así que no le importaba. Una anécdota más para contar algún día.

Sin embargo, pasó cerca del lugar del incidente, movida por pura y dura curiosidad. Entre el apelotonamiento de gente, en algún momento pudo distinguir bien el cadáver, definitivamente no la conocía. Hora de irse a al piso a comer.

Hay una frase de Los Simpson que ilustra muy bien como funciona eso de morir: "La gente muere, constantemente. Tú mismo podrías estar muerto mañana".

Mientras se alejaba tranquilamente del lugar, escuchó el casi imperceptible sonido metálico contra el suelo. Al mirar, descubrió una cuchara. La cuchara parecía antigua, de hierro, bastante maltratada por el tiempo, y en algunas partes estaba bastante oscurecida.

Y, como en toda historia, sin saber muy bien por qué, el protagonista se guarda un objeto que significa que la historia puede continuar.

Ainara se guardó la cuchara y se encaminó a su piso. Durante el trayecto, empezó a notar sensaciones extrañas, como si de vez en cuando su cuerpo fuese incapaz de moverse, pero su mente seguía despierta, a ella misma le parecían vibraciones, era como si su cuerpo se detuviera, vibrara, y continuara su marcha. Lo achacó a un dolor de cabeza.

El día y la noche dieron paso al siguiente día y a la siguiente noche. Y esas extrañas vibraciones continuaban, a veces se detenía durante más tiempo, a veces menos, pero siempre podía sentirlo, y empezó a molestarle. Probó con una aspirina, pero no hizo efecto alguno. Probó con otra aspirina, pero tampoco resultó. Así que decidió pedir cita a su médico de cabecera, que le dijo, muy comedido él, que no tenía nada que él pudiese ver, y que fuese al hospital a hacerse pruebas. Por indicación del médico se dirigió hacía el hospital, llegó hasta allí, y entonces...

¡Shhp! El tiempo se paró. Mientras iba de camino las vibraciones eran más constantes, pero al llegar allí, simplemente el tiempo se paró. No lo entendía. De vez en cuando, el tiempo volvía a avanzar, pero solo un segundo, quizás dos. Su mente seguía despierta y, extrañamente, era capaz de mover los ojos. Cada vez sentía más angustia, más nervios, más miedo... Pero algo la sacó del trance. Una ráfaga oscura, entraba y salía del hospital, por puertas, ventanas, paredes y techo. Era lo único que se movía. La ráfaga pasó en una ocasión cerca de ella... en dos ocasiones, en tres, en cuatro, todas las veces a una velocidad endiablada. Y entonces, se paró, se acercó, y fue capaz de verla bien.

Existen multitud de representaciones de la Muerte, a cada cual más extraña, a veces más grotesca, a veces más cándida, y las mejores veces, más cómica. Lo cierto es que, en varias ocasiones, ni siquiera la Muerte es el final de las cosas, y no es tan definitiva como debiera serlo. Pero aquí, en este mundo, resulta ser tan definitiva y real como atemporal.

El aspecto que presentaba aquella antigua ráfaga oscura seguía siendo tan distorsionado como antes, con la salvedad de que no se movía en absoluto. No tenía ojos, pero aún así podía ver a quien tenía delante. Quizás fuera el miedo, o quizás una sensación que venía de la figura que tenía en frente, pero Ainara buscó en todos sus bolsillos algo con lo que, quizás, defenderse. Y encontró la cuchara...

Una cuchara no es un buen instrumento para defenderse, a no ser que la persona sea experta en el manejo de cucharas como arma mortal, pero este no era el caso... Sin embargo, si es bien posible, calificar a la cuchara que Ainara sostenía como "mortal".

La Muerte, en varias ocasiones, usa herramientas para llevar a cabo su segadora tarea. Las más veces es representada usando una guadaña, en otras ocasiones hace uso de una espada, y en un caso en concreto, usa una guitarra eléctrica. Pero sea cual sea su apariencia, nunca es bueno dejarse guiar por ella, porque, incluso algo tan inofensivo como una cuchara, es capaz de sacar el alma de un cuerpo.

Ainara comprendió todo en el inusual instante en el que la representación de la Muerte que tenía delante de ella tocó su cuchara. Supo que la Muerte había sido descuidada, y había dejado caer su herramienta ¿La Muerte descuidada? ¿Cómo es eso posible? Tras preguntarse esto, le asaltó, casi inmediatamente, el siguiente simple pensamiento: "hay quien debería vivir y muere, y hay gente que debería morir y vive. Todos cometemos fallos supongo. Después de todo... ¿Quién puede culpar a nadie de dejar caer algo tan ínfimo e irrisorio como una pequeña cuchara?"

Por fortuna, también había en el mundo gente viva que debería vivir, y gente muerta que debería morir.

La ráfaga oscura desapareció. La cuchara desapareció. El tiempo se reanudó. Todo volvió a moverse. El mundo volvió a girar. Y Ainara volvió a su piso para matar cereales, esperando a que a ella se la comiesen algún día.

lunes, enero 21, 2013

Bi-sexual (Bichusexual)

"La primera vez que te vi en clase, pensé que eras gay, por cómo te estabas tocando el pelo todo el rato"

"Me parece que eres demasiado afeminado"

"Pero... ¿tú no eres gay?"

"Es que pareces andrógino"

"Si no eres gay, entonces por qué sales con tantas lesbianas"

"Ah, ¿no eres gay?"

"Es que por como bailas..."

Y sigue así la cosa... Con la gente diciéndome esto, me parece normal que ya haya ido a más discotecas gays que a cualquier otro tipo de discoteca.

sábado, enero 19, 2013

Sonrisa en la cara.

"Eres un gran hijo de puta"

miércoles, enero 09, 2013

Examen de Internacional.

Es mejor examinar el mundo partiendo desde 0, así, cuando acabes a lo mejor tienes un 4, en vez de un -973.

lunes, enero 07, 2013

Piensa, piensa.

Vamos, Bichu, escribe ¡escribe!

Buff, es que no sé...

¡Ah! Ya está.